marzo 26, 2006

SOSTENIBILIDAD Y SISTEMAS URBANOS



Por Josep Puig (Catalunya)

Es necesaria una transformación profunda de la concepción de las ciudades. Y ésta no puede ser una simple reforma administrativa ni un cambio del diseño de sistemas y estructuras porque tiene que incorporar una serie completamente nueva de prioridades y principios. La finalidad y la función futuras de las ciudades y las actividades de la vida urbana, tienen que ser el centro de la conciencia social y política a un nivel primario. El primer paso hacia la reconceptualización de las áreas urbanas consiste en reconocer que todas se sitúan en biorregiones locales, dentro de las cuales pueden llegar a ser autosuficientes y sostenibles. Suelos, aguas, plantas y animales nativos, clima, variaciones estacionales y otras características naturales de la ubicación geográfica de una ciudad constituyen el ámbito básico de la consecución de los recursos esenciales de alimentos, agua, energía y materiales. A fin de que esto se haga de una manera sostenible, las ciudades tienen que identificarse y tienen que establecer una reciprocidad equilibrada con los sistemas naturales. No sólo tienen que encontrar fuentes cercanas para satisfacer las necesidades humanas sino que también tienen que adaptar aquellas necesidades a las condiciones locales. Tienen que mantener las características naturales que todavía permanecen y restaurar lo máximo posible de las que han quedado dañadas. Por ejemplo, restaurar bahías, lagos o ríos contaminados para que vuelvan a ser hábitats sanos para la vida acuática puede contribuir a mejorar la autosuficiencia de las áreas urbanas en la producción de alimentos.

Las distintas áreas geográficas tienen condiciones diferentes, según sus características naturales. Hay que reconocer un conjunto de valores con una base biorregional, y después estos valores deben orientar las políticas municipales. Pueden servir de guía unos cuantos principios básicos que gobiernan todos los ecosistemas:

a) Interdependencia: aumentar la conciencia de los intercambios entre producción y consumo de recursos, a fin de relacionar más el suministro, la reutilización, el reciclaje y la restauración; reducir la explotación no equitativa;
b) diversidad: apoyar amplias gamas de medios de satisfacer las necesidades humanas y una multiplicidad de expresiones culturales, sociales y políticas; resistir las soluciones de interés único y la monocultura;
c) Autorregulación: estimular actividades descentralizadas realizadas por grupos de barrio; fomentar la participación y la toma de decisiones a nivel de barrio;
d) estabilidad a largo plazo: orientar las políticas para que funcionen bajo condiciones distintas y a lo largo de diferentes generaciones; minimizar los programas de corto plazo y los remedios a base de poner remiendos.

Cuando se tienen en cuenta estos cuatro principios, se pueden tomar unas decisiones que tienen mucha más coherencia ecológica y que son, por lo tanto, mucho más prácticas que las que se toman generalmente en la actualidad.La ciudad sostenible, la ciudad verde, la ciudad ecológica o eco-ciudad es aquella ciudad que basa su funcionamiento en la imagen de los ecosistemas de la naturaleza, es decir, que sigue el modelo circular: captación, aprovechamiento y utilización local de recursos, reutilización y reciclaje local de las materias y producción nula de residuos.

Aplicación de los criterios básicos de sostenibilidad en los sistemas urbanos.Aplicar el concepto de sostenibilidad a las ciudades y pueblos donde vivimos es un ejercicio de creatividad, pues hasta hace poco eran muy escasas las ciudades que lo habían hecho.Es sólo a partir de la Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro, junio de 1992), donde se aprueba el voluminoso documento denominado Agenda 21, cuando muchas ciudades y pueblos inician el camino hacia la sostenibilidad. En realidad no hacían más que tomarse seriamente el Capítulo 28 de la Agenda 21.

La Agenda 21 fue uno de los documentos aprobados y adoptados por los representantes de los gobiernos de los estados-nación asistentes a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Río de Janeiro, junio de 1992), también llamada Cumbre de la Tierra. No es más que un plan de acción global con la finalidad de afrontar los retos más críticos que hoy en día se ciernen sobre la humanidad. La Agenda 21 es una guía que tiene que inspirar las políticas gubernamentales y privadas, además de las opciones individuales, a lo largo del siglo que se avecina...

El Capítulo 28 de la Agenda 21, titulado Iniciativas de las autoridades locales en apoyo a la Agenda 21, entre otras cosas, dice: Antes de terminar el año 1996, la mayor parte de las autoridades locales de cada país tienen que haber realizado un proceso consultivo con su ciudadanía y haber alcanzado un consenso sobre una Agenda 21 local para su comunidad y Cada autoridad local tiene que establecer un diálogo con su ciudadanía, con las organizaciones ciudadanas y con las empresas privadas y tiene que aprobar una Agenda 21 local.

Para hacer realidad estos acuerdos se reunió la Conferencia Europea sobre Ciudades y Pueblos Sostenibles, que fue convocada por el Departamento de Asuntos Ambientales y Urbanos de la ciudad de Aalborg (Dinamarca). Esta Conferencia, cuyo programa fue preparado por el ICLEI International Council for Local Environmental Initiatives, contó con la co-organización de otras entidades europeas.La Conferencia contó con la participación de más de 600 representantes de entidades locales de toda Europa, y en ella se aprobó la Carta de Pueblos y Ciudades Europeas hacia la Sostenibilidad. Esta carta, además de contener una declaración consensuada que lleva por título, Las ciudades europeas hacia un desarrollo sostenible, fue el inicio de una Campaña europea de pueblos y ciudades sostenibles. Representó también el inicio del proceso de compromiso de muchos pueblos y ciudades europeas en la Agenda 21 local, a través de Planes de Acción Locales hacia la sostenibilidad.

Actualmente han adoptado este proceso más de 250 ciudades europeas de unos 30 países.En Catalunya, en la campaña de las elecciones municipales de 1995 y a propuesta de Els Verds, una formación política (la coalición electoral IC-Els Verds) aceptó el reto de elaborar Agendas 21 locales y se comprometió a ponerlo en práctica a lo largo de la legislatura 1995-1999. Hoy ya existen algunos municipios en los que el Consell Plenari de su Ayuntamiento ha aprobado la Carta de Aalborg, a iniciativa de concejales de diversas formaciones políticas. Pero todavía hay muchos municipios catalanes que no la han adoptado.

Las 600 personas asistentes a la Conferencia de Aalborg se transformaron, dos años y medio más tarde, en más de 2.000, que se reunieron en Lisboa (octubre 1996) en el marco de la 2ª Conferencia Europea de Ciudades y Poblaciones Sostenibles. Allí se redactó y aprobó El Plan de Acción de Lisboa: de la Carta a la Acción.La Campaña Europea de Ciudades y Poblaciones Sostenibles que cuenta con el apoyo del Grupo de Expertos sobre Medio Ambiente Urbano de la Comisión Europea (Expert Group, 1966) se está desarrollando en algunos cientos de ciudades y poblaciones europeas. A través del compromiso de los gobiernos municipales y de consensuar la creación de fórums participativos de Sostenibilidad y/o de Medio Ambiente, muchas comunidades locales europeas han iniciado, con bastantes contradicciones, el camino de la sostenibilidad.

En Catalunya nació (julio 1977) la Xarxa de Ciutats i Pobles cap a la Sostenibilitat, que agrupa unos 150 municipios de nuestro país que trabajan para abrir la vía de la sostenibilidad a nivel local.

Los sistemas urbanos actuales: la sostenibilidad de las ciudades industrialistas. A finales de los setenta Barcelona fue pionera en el estudio de la ciudad como un ecosistema. Fruto de este trabajo pionero apareció una publicación (Parés et alt, 1985). Este trabajo se perdió en el olvido y sólo se hizo de él una recuperación actualizada con ocasión de la exposición Barcelona funciona: la ecología de una ciudad que se mostró a la ciudadanía en el Parc de la Ciutadella (octubre 1986-enero de 1987). Con ocasión de la exposición también se hizo una publicación de dicho trabajo (Rodríguez, 1987).Paralelamente, aparecía publicado en una revista ecologista un artículo titulado El municipi lliure i verd (Alternativa Verda, 1984) donde se hacía una crítica radical a los sistemas urbanos industrialistas y proponía la estrategia básica para que los asentamientos humanos iniciaran el camino hacia la sostenibilidad y describía las tecnologías que nos permitían hacerlo.

Cualquier interpretación que se haga de un análisis ecológico de los asentamientos urbanos industrialistas nos lleva irremisiblemente a la conclusión de que las ciudades industriales son insostenibles a nivel ecológico: importan agua expoliándola de otros usos humanos y no humanos; importan energía destruyendo parajes para hacer en ellos explotaciones de carbón, inundando valles fértiles para construir en ellos grandes embalses, hipotecando territorios enteros con petroquímicas y nucleares y contaminando grandes extensiones con lluvias ácidas y radioactividad; importan alimentos y vegetales y animales producidos en lugares lejanos donde se ha impuesto el monocultivo intensivo, basado en productos químicos, que envenena y agota la tierra y produce enfermedades en las personas; importan materias primas que no tienen ni producen, condenan grandes regiones del planeta a ser sus suministradores. Todo ello para producir cada vez más productos innecesarios que tienen una vida cada día más limitada, que pasan de moda rápidamente y que se tiran una vez utilizados. Además generan y exportan cantidades crecientes de residuos, desde aguas altamente contaminadas hasta basuras de todo tipo, pasando por gases de efecto invernadero y otros gases contaminantes (muchos de ellos tóxicos), que la naturaleza no puede reciclar, unas veces porque se generan a una velocidad superior a la del reciclaje natural y otras porque son materiales que la naturaleza no puede reciclar.

Las ciudades industrialistas siguen el modelo lineal: captación distante de recursos, utilización local de productos, generación local de residuos y de contaminación y su vertido a los sistemas naturales cercanos y/o lejanos de la ciudad. Un modelo que sólo se reproduce inyectando cantidades crecientes de energía no renovable y a un coste económico bastante elevado (incluso sin contar los costes ecológicos y sociales que lleva aparejados). El diseño de sistemas sostenibles y la medida del grado de sostenibilidad.

Ha habido diferentes proposiciones de cara al diseño de sistemas humanos sostenibles. El diseño ecológico y la permacultura son dos de ellas.El diseño ecológico constituye la propuesta de la pareja Nancy Jack Todd y John Todd y de Sim Van der Ryn. Los Todd, fundadores en 1969 de New Alchemy Institute (Cape Cod, Massachussets), son autores de diferentes obras (Todd, 1984, 1994).

El galardonado arquitecto californiano es autor de una obra clásica de sostenibilidad (Van der Ryn, 1986) y presidente del veterano Farallones Institute de Sausalito, institución de investigación líder en diseño ecológicamente sostenible.En una obra pionera, los Todd (1994) describen los preceptos del diseño biológico a partir de su experiencia en el New Alchemy Institute:

1)el mundo vivo es la matriz para cualquier tipo de diseño;
2) el diseño tiene que seguir las leyes de la vida y no oponerse a ellas;
3) la equidad biológica tiene que determinar el diseño;
4) el diseño tiene que reflejar las características de la biorregión;
5) los proyectos se tienen que basar en las fuentes renovables de energía;
6) el diseño tiene que ser sostenible mediante la integración de los sistemas vivos;
7) el diseño tiene que ser co-evolutivo con el mundo natural;
8) la edificación y el diseño tienen que ayudar a curar el planeta;
9) el diseño tiene que seguir la ecología sagrada.

En una preciosa obra (Van der Ryn, 1996), el fundador del Ecological Design Institute nos propone los 5 principios del diseño ecológico:

1) las soluciones crecen desde el lugar: el diseño ecológico empieza con el conocimiento íntimo de un lugar concreto, por lo tanto, es de pequeña escala y directo, responsable tanto ante la población local como las condiciones locales. Si somos sensibles a los lugares podremos habitarlos sin destruirlos;
2) la contabilidad ecológica informa el diseño: averigua los impactos ambientales de los diseños existentes y de los que propone. Utiliza esta información para determinar la posibilidad de diseño más adecuado ecológicamente;
3) diseñar con la naturaleza: trabajando con los procesos vivos se respetan las necesidades de todas las especies, a la vez que se cubren nuestras necesidades. Al comprometernos en procesos que regeneren en vez de agotar, nos convertimos en más activos;
4) cada cual es diseñador: escucha todas las voces en el proceso de diseño. Nadie es sólo participante o diseñador, cada cual es a la vez participante-diseñador. Honra el conocimiento especial que aporta cada persona. A medida que las personas trabajan juntas para curar los lugares donde viven, a la vez se curan ellas mismas;
5) hacer visible la naturaleza: los ambientes desnaturalizados ignoran nuestras necesidades y nuestro potencial de aprendizaje. Al hacer visibles los ciclos naturales y los procesos volvemos a dar vida al ambiente diseñado. El diseño efectivo ayuda a informarnos de nuestro lugar en el seno de la naturaleza.

Otra importante aportación para ir convirtiendo las ciudades en sostenibles es el diseño permacultural a partir de la permacultura. La palabra permacultura define un sistema de diseño que abandona la organización sectorial lineal de los sistemas en los que se basa la sociedad industrialista a fin de crear vínculos entre los diversos elementos necesarios para cada tarea específica. Esta nueva rama del conocimiento desarrollada a partir de los trabajos de Bill Mollison (1988) nos enseña que cada elemento cumple distintas funciones y cada función puede estar formada por diferentes elementos. De este modo cada elemento mejora la función de todo el resto de una forma similar a lo que sucede en los organismos más desarrollados. La permacultura es un sistema de diseño orientado a la creación de una agricultura productiva y diversificada y a la consecución de ciudades sostenibles: los dos factores son esenciales a la hora de posibilitar la estabilidad de la vida en el planeta. Se basa en la observación de la naturaleza y los sistemas tradicionales de cultivo y de construcción e integra las nuevas ideas en la configuración de sistemas y en el diseño ambiental.

Declan Kennedy (1995), arquitecto urbanista alemán y, especialista en permacultura sintetiza así su visión de ciudades sostenibles: una ciudad de diversidad, compresible, bajo una mínima cobertura del sol, una ciudad con distancias cortas, una ciudad eficiente energéticamente, libre de emisiones tóxicas, que valora y preserva el agua, una ciudad que controla los detalles, una ciudad con edificios ecológicos, una ciudad productora de alimentos, tranquila, en paz, responsable de sí misma y una ciudad de valores humanos.

En los últimos años ha habido grupos que han elaborado nuevos conceptos metodológicos para medir el grado de sostenibilidad de una sociedad: el concepto de espacio ambiental (Friends of the Earth Netherland, 1992), los conceptos de huella ecológica (Wackernagel & Rees, 1996), los indicadores de sostenibilidad (Sustainable Seattle, 1993); The New Economics Foundation-WWF.UK, 1994; Berrini, M. & A. Valentinelli, 1996; Habitat II, 1996; Suita, L.A. (1998); Fòrum Cívic Barcelona Sostenible, 1997).

¿Cómo empezar a andar por la vía de la sostenibilidad?

En todo el mundo hay grupos de personas que trabajan para responder a esta cuestión, tanto a nivel urbano como a nivel rural. Incluso se hacen conferencias internacionales y existen redes de intercambio de información y de experiencias.Naturalmente el reto más importante que tenemos las personas que habitamos en las urbes industrialistas es el de definir estrategias para iniciar de una vez para siempre el camino hacia la sostenibilidad. Y no sólo definir estrategias, sino lo que es más importante: construir acuerdos y coaliciones entre grupos organizados y ciudadanos preocupados por apiñarse en el camino de la sostenibilidad. Un proceso participativo en que todas las personas participantes aprenden mientras avanzan.Cada área urbana tiene que elaborar y desarrollar un Plan de Acción ecológicamente orientado, pero también económico, cultural y social que ofrezca una calidad de vida suficiente para todas las personas que residen en ella y que esté en armonía con su bioregión.

Avanzar hacia una ciudad sostenible incluye el enverdecimiento de las ciudades (plantar, hacer crecer, cultivar todo tipo de especies vegetales en la ciudad) pero no se limita a la revegetación. Incluye muchas más cosas, como por ejemplo la conversión a energías renovables; el desarrollo de transportes adecuados; el reciclaje y la reutilización a todos los niveles; más traspaso de poderes a los barrios; el apoyo a las empresas pequeñas y cooperativas con sentido de responsabilidad social; la restauración de los hábitats silvestres; una amplia participación en la planificación de la sostenibilidad; y la creación de nuevas expresiones artísticas y celebraciones cívicas.

Ya existen muchos grupos separados que trabajan en diferentes sectores en el camino de la sostenibilidad urbana, y que pueden ofrecer sus planteamientos como elementos de un programa global, un paraguas verde que impulse los inmensos cambios culturales e institucionales que se necesitan. Que estos cambios se hagan con una perspectiva u otra dependerá por un lado de la ciudadanía y de las ONG y del otro de la capacidad de liderazgo que las personas comprometidas y las ONG más clarividentes sean capaces de asumir y de proyectar en el proceso de cambio. Por descontado, el desarrollo de este proceso se puede facilitar o entorpecer desde las distintas administraciones, dependerá en este caso de la capacidad de presión y de diálogo entre las partes actuantes en el proceso que se avance más deprisa o con más lentitud por el camino de la sostenibilidad.