agosto 13, 2006

POLÉMICA SOBRE LOS AMBIENTALISTAS (2)


Trabajar por un

desarrollo sostenido

Por Fernando Flores


La presente nota fue enviado por el autor en respuesta al artículo Los ambientalistas: ¿anti-tecnológicos o promotores de nuevas tecnologías? de Diego Martino - publicado en el número 1 de Peripecias.

En su defensa del movimiento ambientalista Diego Martino argumenta de manera convincente acerca de la visión simplista que la mayoría de la gente tiene de este movimiento. Pero en su defensa del ambientalismo como fenómeno ideológico complejo y muchas veces positivo, el artículo se pasa por alto las bases sociales de este fenómeno, sus orígenes, su compromiso real con los intereses de las grandes metrópolis, las universidades europeas y norteamericanas, las empresas multinacionales “progresistas”, etcétera.

El ambientalismo, como la “democracia liberal y cristiana”, el feminismo, el marxismo y otros ismos, son el producto de sociedades coloniales y postcoloniales. Esto no quiere decir que los contenidos ideológicos sean detestables. Todo lo contrario, muchas veces las ideas e intenciones son realmente buenas. Solo que para poder aprovecharlas, el ambientalismo, la “democracia liberal y cristiana”, el feminismo, el marxismo y otros ismos, deben dejar de ser lo que son y pasar a ser “desarrollo sostenible”, “democracia popular”, “movimientos por los derechos de la mujer”, “justicia social”, etcétera. En otras palabras, deben ser digeridos adaptados, modificados, reorganizados, replanteados, purificados por “nuestra” realidad.

América Latina, y en general todo el mundo pobre, debe mirar con extrema precaución estos movimientos cuando aparecen sin mediaciones aclimatizadoras, cuando son el producto de clases medias con los ojos puestos en el “mundo civilizado”.

Tenemos el ejemplo cercano de las pasteras en Uruguay. La responsabilidad de los ambientalistas en el enfrentamiento gravísimo entre Argentina y Uruguay, dos naciones empobrecidas y en crisis, más que nunca necesitadas de fuentes de trabajo e inversiones, más que nunca en la necesidad de colaborar y dialogar, es enorme e imperdonable. El caso es todavía más grave cuando se comprueba que es el enfrentamiento entre los dos primeros gobiernos con verdadera representatividad popular.

Quizá se deba a la ingenuidad política de los actores, a una falta evidente de conocimiento de la historia de la región, mucho saber de economía y de biología y poco de historia. Ingenuidad siempre aprovechada por los políticos sin escrúpulos que todavía abundan.

No olvidemos que el ecologismo es “trigo limpio” en las democracias liberales de Occidente, las mismas que conspiran contra Chávez, contra Evo Morales y que acechan para devolver al poder al liberalismo político en todo el continente.

Martino tiene razón en todo lo que dice pero se olvida de decir lo más importante: podemos lograr los mismos objetivos sin “ecologismo”. Nos alcanzará trabajar por un desarrollo sostenido.

F. Flores es docente en Historia de las Ideas y Director de Estudios del Departamento de Ciencias Culturales en la Universidad de Lund en Suecia. Publicado en el semanario Peripecias Nº 4 el 5 de julio 2006. Se permite la reproducción del artículo siempre que se cite la fuente. Licencia de Creative Commons con algunas restricciones.