noviembre 12, 2006

LA AMAZONÍA NO ESTA EN VENTA


Por Celso Amorim , Marina Silva y Sergio Rezende*

En fechas recientes ha habido frecuentes referencias en los diarios al interés que muestran individuos, instituciones e incluso gobiernos extranjeros en iniciativas tendientes a adquirir tierra en la Amazonia para propósitos de conservación. Tales iniciativas surgen de inquietudes por el posible papel de la deforestación en el cambio climático. Sin embargo, también se basan en una falta de información respecto a la selva amazónica, y pasan por alto importantes datos científicos.

El cambio climático es un problema real, al cual Brasil concede gran importancia. Existe consenso global de que el fenómeno es acelerado por acciones humanas. Es un proceso acumulativo, resultado de la progresiva concentración de gases de invernadero en la atmósfera en el curso de los 150 años pasados, de modo que es incorrecto e injusto enfocar la atención primordialmente en las emisiones actuales. Algunos de los países que hoy día producen esas emanaciones ­en particular en el mundo en desarrollo­ tienen poca o ninguna responsabilidad histórica por el calentamiento global.

La causa principal del cambio climático es bien conocida: por lo menos 80 por ciento de problema es consecuencia de la quema de combustibles fósiles, en especial carbón y petróleo, de mediados del siglo XIX en adelante. Sólo en pequeña parte se debe a cambios en el uso de la tierra, incluida la deforestación.

Existen muchas razones por las cuales los niveles actuales de deforestación en el mundo despiertan inquietud, pero al combatir el cambio climático el énfasis debe ponerse en alterar las matrices de energía y promover el uso más intensivo de energía limpia. La Convención sobre Cambio Climático de la ONU y su Protocolo de Kyoto son bastante claros en este aspecto: quienes causaron el problema ­los países industrializados­ deben cumplir metas obligatorias de reducción de emisiones y tienen el deber de actuar primero.

Si bien no está obligado a cumplir ninguna meta de reducción obligatoria, puesto que tiene poca responsabilidad en el problema, Brasil pone su parte. Tenemos una de las matrices de energía más limpias del mundo. A menudo se citan nuestros programas de biocombustibles como ejemplo a seguir por otras naciones. De esta manera contribuimos al desarrollo sustentable y a la reducción global de emisiones de gases de invernadero.

Asimismo Brasil combate la deforestación instaurando políticas orientadas a promover el valor de nuestra selva nativa y apoyando el desarrollo socioeconómico de comunidades que dependen de ella. En años recientes hemos logrado reducciones significativas en la tasa de deforestación de la Amazonia. De mediados de 2004 a mediados de 2005, esa tasa fue 32 por ciento menos que en los 12 meses anteriores, y según datos preliminares hubo una reducción de 11 por ciento más en 2005-06. Son resultados importantes, pero los esfuerzos hacia una reducción permanente de la deforestación deben continuar.

El manejo forestal sustentable es un campo de gran potencial de cooperación internacional, mediante el intercambio de experiencias y el apoyo a la construcción de capacidad técnica. Vemos con agrado tal cooperación, siempre y cuando se base en el respeto a nuestras leyes y nuestra soberanía.

Brasil es participante activo en el debate internacional referente a los bosques. En la Conferencia sobre Cambio Climático de la ONU, que comienza mañana en Nairobi, Kenia, presentaremos una propuesta dirigida a crear incentivos para los países que reduzcan voluntariamente las tasas de deforestación, la cual creemos que será una forma apropiada en que los países desarrollados apoyen la conservación de selvas tropicales.

La propuesta constituye apenas un aspecto de la aportación brasileña a los esfuerzos compartidos destinados a reducir las emisiones globales de gases de invernadero. Brasil se opone con firmeza a las pautas de desarrollo no sustentable que han causado daño ambiental irreversible en todo el planeta. Brasil espera que los países industrializados, responsables de esas pautas de desarrollo, cumplan su obligación de reducir emisiones.

En el mundo desarrollado, individuos de buena voluntad que se preocupan con razón por el cambio climático deben dedicarse a influir en sus gobiernos con la mira de alterar las pautas no sustentables de producción y consumo y utilizar fuentes renovables de energía. Este último es un campo en el cual Brasil tiene mucho que ofrecer en términos de experiencia y tecnología.

Nosotros cuidamos de la Amazonia según modelos de desarrollo basados en principios de sustentabilidad definidos por la sociedad brasileña. La Amazonia es la herencia del pueblo brasileño, y no está en venta.


* Ministros de Exterior, Medio Ambiente y Ciencia y Tecnología de Brasil, respectivamente.