enero 13, 2007

EMERGE EL "CAPITALISMO VERDE"

(Comentario de EcoSiglo: El siguiente texto evidencia la expansión de una tendencia mercantil dispuesta a lucrar con la ineludible crisis ambiental global que ha sido causada por los mismos intereses que ahora refinan su accionar para convertir lo ecológico en una operación de alta rentabilidad para sí mismos.)

Publicado en la edición impresa: Enfoques
LA NACION - Domingo 31 de diciembre de 2006



Opinión

Verde, el color del año
Por Thomas L. Friedman

La necesidad urgente de vivir y pensar según criterios conservacionistas fue comprendida por fin en 2006, año en que la ecología logró movilizar al electorado norteamericano y fueron superados los prejuicios que en amplios sectores despertaba lo "verde"

Sé que nunca se debe generalizar sobre el calentamiento global a partir del clima local, pero como residente de Washington, desde hace largo tiempo resulta difícil no hacerlo; considerando que este invierno ha sido bastante templado, estoy anticipando que florezcan las cerezas para Navidad. De hecho, el otro día mi esposa estaba musitando desde su armario y salió para decirme que necesitaba todo un guardarropa nuevo; "un guardarropa para el calentamiento global", ropa de verano en colores de invierno.

Por esa y otras razones, si yo hubiera estado editando la revista Time , no habría optado por el "tú" ( you ) en YouTube como Personaje del Año, aunque eso fue astuto. No, yo habría publicado una portada de Time totalmente verde, bajo el título "Color del Año". Eso debido a que pienso que el hecho de mayor importancia de este año que termina fue que vivir y pensar "en verde" -esto es, movilizarse por el desafío ambiental y de energía que enfrentamos en la actualidad- llegó al dominio popular.

El término "verde" no logró asomar a la superficie durante largos años. Estaba atrapado en un rincón por sus oponentes, que lo definían como "de izquierda", "abraza-árboles", "afeminado", "antipatriótico", "vagamente francés". Ya no es así. Hemos llegado al punto de quiebre en este año, en el cual vivir, actuar, diseñar, invertir y fabricar en verde llegó a ser entendido por una masa crítica de ciudadanos, empresarios y funcionarios como lo más patriótico, capitalista, geopolítico, saludable y competitivo que podrían hacer.

¿Cómo llegamos a este punto? Fue una combinación de factores: el huracán Katrina, la espléndida película de Al Gore, la mayor conciencia de que nuestros vehículos "tragacombustible" están financiando a los terroristas, predicadores y regímenes que estamos combatiendo; las ganancias reales que firmas como General Electric y Dupont están logrando al volverse "verdes", y el hecho de que incluso el Pentágono ya creó los "Halcones Verdes", obsesionados con impulsar a nuestro ejército con menos energía.

La señal más reveladora ocurrió en las elecciones pasadas, cuando "ser verde se convirtió en ser pragmático", según dijo el encuestador demócrata Stan Greenberg. "Nadie pensó que transmitir un anuncio sobre energías alternativas aún fuera atractivo para un mercado de élite. El único debate que teníamos giraba en torno a si eso era uno de los tres temas de los que debería hablar un candidato o el único".

Y ahora, Wal-Mart. Esta empresa se ha ligado sus buenos golpes por sus prácticas laborales. Sin embargo, a la firma minorista más grande del mundo ya le picó el bicho verde, en parte para mejorar su imagen, pero también debido a que ha descubierto que si es más eficiente en el uso de la energía, eso termina siendo altamente lucrativo para ella misma y sus clientes.

Wal-Mart ya abrió dos tiendas verdes en las que está experimentando con materiales alternativos de construcción, iluminación, sistemas de energía y diseño, lo mejor de lo cual planea extender a todas sus tiendas. Acabo de visitar la que está en McKinney, en Texas. Desde la enorme turbina de viento en el estacionamiento y los paneles solares, que suministran el 15 por ciento de la electricidad de la tienda, pasando por el aceite para cocinar del pollo frito -que es reciclado en su "biocalentador" y que calienta el local durante el invierno- hasta el cambio a luces LED en todos sus letreros exteriores y mostradores -que duran más tiempo y reducen marcadamente el calor y por lo tanto la cuenta del aire acondicionado-, uno sabe que no está en el Wal-Mart de tus padres.

Otras grandes empresas están ahora enviando inspectores a los Wal-Marts verdes y los clientes le están preguntando al gerente cómo pueden ellos adoptar estas innovaciones en casa. "Cuando la gente empezó a detenerme en los pasillos para preguntarme ´¿Cómo hago lo mismo? o ´¿Puedo hacerlo yo? , realmente empezamos a darnos cuenta de que esto no era solamente algo pequeño, sino que podía ser algo grande y una buena forma de recompensar al planeta", dijo el gerente de la tienda, Brent Allen.

Claro, mientras más bombitas ahorradoras de energía venda Wal-Mart, más innovaciones surgirán y más bajarán los precios. Es así como se logra escala. Y la escala lo es todo si se desea cambiar el mundo, pero para alcanzarla hay que asegurarse de que las fuentes de energía verde -biocombustibles, carbón limpio, así como energía solar, eólica y nuclear- puedan ser distribuidas a precios tan bajos como el petróleo, el gas y el carbón sucio. Eso requerirá de un impuesto sobre la gasolina o sobre el carbón para mantener elevado el precio de los combustibles fósiles, y que así los inversores en tecnología verde no sean socavados mientras impulsan la innovación y el descenso de precios. El Congreso de EE.UU. tiene que dejar de huir de este hecho, ya que, si bien nuestra aceptación del verde finalmente ha llegado al punto de quiebre, el punto de quiebre con respecto al cambio climático y la pérdida de especies también se aproxima rápidamente, si es que no ha llegado ya. No hay tiempo que perder. "La gente ve ahora una especie en peligro de extinción cada día al mirarse en el espejo", dijo el ecologista Rob Watson. "Y ya no se trata de las ballenas".

© LA NACION y The New York Times
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